Leí por primera vez este libro hace unos 40 años y ese perfume de Japón quedaría incrustado en mi cerebro, cuando después de tanto tiempo lo escogí para recomendarlo en nuestro club de lectura.
El argumento, dramático, ahora me parece un tanto desmedido, pero concuerda con la tradición teatral de países como China y Japón. La historia gira alrededor de un personaje central, Oki, y otros cuatro relacionados con él: Fumiko, su esposa, Taichiro, el hijo, Otoko, una antigua amante, y Keiko, una joven que convive con Otoko, a la cual ama y admira. Durante el relato planea la figura de la madre de Otoko, ya fallecida, pero con un papel determinante en la historia.
En la novela abunda la psicopatología; Oki me parece un ególatra machista, Keiko bipolar y Otoko depresiva. El que acaba sufriendo las consecuencias del pasado es Taichiro, víctima inocente de frustraciones no superadas y de deseos de venganza.
Lo que realmente me cautivó del libro, y lo ha vuelto a hacer al releerlo, fueron las deliciosas descripciones que se van sucediendo a lo largo de todo el relato, tanto de los paisajes, como de los cambios en la naturaleza a lo largo de las estaciones, de las escenas, de los personajes…
Para mí, Kawabata es un magnífico escritor. Con un lenguaje sencillo y sumamente delicado, logra crear atmósferas en las que vemos el colorido y correr el agua, sentimos la bruma, el viento y las gotas de lluvia, nos imaginamos los gestos de los protagonistas y percibimos sus emociones. Realmente, he revivido el perfume de Japón.
Espero que os haya gustado.
Un abrazo.
Mariano